martes, 18 de noviembre de 2008

Morir en quirófano



Dicen que entrar en un quirófano impone demasiado. Puede, incluso, llegar a convertirse en una odisea para muchos pacientes que, a pesar de ser conscientes de que acceden alli por voluntad propia, tienen miedo. A Sara Smith entrar en un quirófano le costó la muerte.
Habría sobrevivido si hubiera sido asistida por un equipo de reanimación necesario, si una enfermera titulada la hubiera auxiliado y si no se hubiera puesto en manos de un cirujano plástico sin licencia. Anthony Pignataro carecía de titulación cuando operó a esta joven de 26 años de un aumento de pecho. Destrozó una vida, una familia. Dejó a dos niños huérfanos, y no solo eso, sino que además su existencia careció de sentido.
No expongan su vida ante cualquiera. Escogan un médico con licencia y titulación, háganlo con cautela si no quieren perder su vida a la primera de cambio. Con la salud no se juega.

1 comentario:

Teleadictas: dijo...

Yo entré en quirófano y para operarme por culto al cuerpo te digo que no.
Es una tentación, pero pensemos en querernos tal y como somos por favor.
A costa de que nuestro propio amor este por los suelos, unos pocos se enrriquecen poniendo silicona y botox, los postizos que a la larga la naturaleza, como es sabia, nos hecha por la cara deformando lo que antes parecía perfecto (vuelta al bisturí y a soltar la pela).

Queramosnos más.