domingo, 26 de octubre de 2008

La nariz real

De nariz aguileña, pero no era “el patito feo” de la Casa Real. Aterrizó la nueva reina de la prensa y le arrebató el liderato de las portadas de toda índole periodística. Le desbancó de su papel de heroína, se convirtió así en la estrella del corazón, y, por narices, con ella muchos hicieron el agosto. Incluso, cambió a la Letizia de cera.
No sabemos si la princesa, cuya renovada nariz acaparó todas las miradas, quería corregirse una desviación de su tabique nasal –como declaró la mismísima Casa Real- o más bien, como todos los mortales, se apuntó a la moda de la cirugía estética. Es más, dicho sea de paso, Doña Letizia, según apuntan las malas lenguas, no solo entró en quirófano para endulzar su imagen con una “septorrinoplastia”, sino que además, supuestamente, el pecho y el mentón podrían haber sido también objetivos de este cambio radical.

Como anillo al dedo le vino este panorama al mediático Jaime Peñafiel que, disfrazado de lobo a la caza de su presa, se lanzó contra la princesa de Asturias. “No sólo se ha sometido a una operación de rinoplastia, sino que también podría haberse retocado el pecho y el mentón”, aseguró el periodista en el programa en el que trabaja. No todos los días la cirugía salpica a la realeza española, y, sin pelos en la lengua, Peñafiel reprochó a la a la Casa Real que emitiese un comunicado informando de la operación de nariz, pero que no actuara del mismo modo con la supuesta operación de mamas.

Sin duda, un cambio radical con el que la futura reina de España ha endulzado su imagen. Algunos preferien su afilada y recta nariz, que tanto definía a su personalidad y con la que conquistó a Don Felipe, mientras que otros ven con buenos ojos esta nariz más pequeña y respingada. En suma, un debate tanto para escépticos como para creyentes que acaparó la atención de todo tipo de tertulias. Desde el bar hasta la mesa de debate política. Todos los españoles alzaron la voz –unos en silencio y otros a bombo y platillo-. Discrepantes y valedores hasta las narices.

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